LA PACIENCIA
A 27 de marzo de 2020.
Hoy me encuentro especialmente aburrido. Y especialmente
cansado. Y la paradoja y la incongruencia, está en que me hallo a estas horas
sentado en mi cama escribiendo (cama que se puede levantar y elevar, y prácticamente
me posiciona como si estuviese sentado), en vez de encontrarme como todos los días
laborables en el taller de carpintería del hospital, donde suelo pasar las
mañanas, más o menos, trabajando voluntariamente para hacer más llevadero mi
tiempo. Pero antes de recluirme en mi habitación, porque hoy lamentablemente no
hay clases de talleres en el hospital, porque nos encerraron en el ala que
forma la unidad que me corresponde habitar. Puesto que cada ala de este
hospital, está dedicada a distintos pacientes dependiendo esto de su estado de
salud, o más bien de su grado mental de salud. Yo como me encuentro bastante
bien, me encuentro en el ala que me corresponde y que no voy a dar pistas de
ello. Nada más que por estar más tranquilo, por las posibles ofertas que puedan
existir, para que pueda pasar a mejor vida. Como algunas veces se le puede
llamar a ciertos cambios de residencia espiritual, etc.
Bueno, como os decía antes de recluirme en mi habitación, esto
del corona virus aquí dentro, se lo están tomando muy en serio, tomando unas
medidas que parecen exageradas, porque, al principio tan solo empezaron por no
dejarnos desplazar a la ciudad (Lugo). Luego a no salir del entorno del
hospital. Luego a no dejarnos salir del centro hospitalario. Más adelante que
no podíamos estar a menos de un metro unos de otros. Más adelante aumentaron la
distancia a menos de dos metros los unos de los otros, y esta distancia también
la llevaron a cabo en las mesas del comedor, salón, etc. Luego vinieron con la
norma de no dejarnos salir del ala, a la que cada cual uno pertenece, y, a
continuación al día siguiente, vinieron ya a primera hora con la consiguiente
norma de que teníamos que usar mascarilla todo el tiempo que permanezcamos
fuera de nuestras habitaciones.
Bueno, no se les podrá acusar de que si cogemos el
coronavirus no hayan tomado las medidas de precaución adecuadas a tal situación,
a menos que estas medidas se hayan aplicado tardíamente, porque los únicos que
entraban y salían del hospital, eran el personal profesional sanitario y de
talleres. Y yo, si me cayese enfermo de este virus no los acusaría de nada,
porque despistes y fallos, todos tenemos, y más, cuando en la calle o con sus
familias, no sabes quién puede estar o no, ya contaminado del tal famoso virus.
Que al menos no es virulento, si más bien virurápido. Sí, estáis leyendo bien,
ya que como buen analfabeto, me gusta la palabra virulento, para virus lento.
Me suena estupendamente. Pero como soy analfabeto sé que me perdonareis como
siempre mis faltas de ortografía y de gramática. Menos mal que tengo a mí amigo
el corrector, siempre a mi vera, “siempre a mi verita mía” dándome instrucciones
ortográficas. Y os lo presentaré. Es el profesor, “corrector del Windows”. Porque
a decir verdad, lo de escribir no se me da muy bien, pero bueno, eso es lo de
menos, porque se me da mejor lo de pensar. Porque siempre he sido un muy buen
pensador. Y gracias a Dios, en mis pensamientos no podéis llamarme analfabeto,
porque no podéis por fortuna leer mis pensamientos. Porque si pudieseis os quedaríais
asombrados de las tal dimensionadas faltas de ortografía que cometo cuando pienso.
Sobre todo cuando pienso en vosotros, cuando en vez de atender a Dios, atendéis
como perros callejeros, a vuestros amos, dueños no solo de vuestros trabajos,
sino dueños hasta de vuestro bajo y ruin espíritu. Y esto, no va por los justos
y buenos, entre comillas (“ “), de la Tierra. Sino por todos los demás. Sí,
vosotros la inmensa mayoría de perros domésticos o asilvestrados, que por no
salir de vuestro malvado paraíso de confort, no sois más que unos lameculos de
todos y más bien de todas, las que os rodean, por miedo a que os despachen de
vuestro lindos trabajos. Trabajos que alimentan vuestros sucios cuerpos, que
aunque huelan a perfumes, yo diría que huelen a colonias, pero a colonias de
piojos rastreros. Y en esta segunda “colonias” no me refiero precisamente a la
colonia del perfume, sino de colonia de asentamiento (esto para que me
entendáis como analfabeto). Esto de las colonias me recuerda a las distintas
especies humanas de las que os tengo hablado, y lo recuerdo especialmente,
porque, una vez, un negro por internet me discutía y afirmaba con rotundidad,
que Adán y Eva, habían sido negros. ¡Vamos de raza negra! Y, yo firmemente le rebatía
que estaba muy equivocado, repitiéndole que Adán y Eva, habían sido blancos. Yo
lo sabía porque Dios en su sabiduría me lo había comunicado. Sin embargo, el
tal negro, para creerse superior a los blancos, insistía en que Adán y Eva, habían
sido negros. Y yo os puedo asegurar que, tan claro como el cielo azul y la
noche estrellada, que, no soy racista. Y lo sé porque, lo tengo esto,
experimentado. Y muy bien experimentado y ejercitado, porque tengo convivido
con negros en nuestros buques de pesca, y en mis sentimientos, nunca he tratado
a los negros de diferente forma que a los blancos, y, demostrando en la
práctica diaria, que trataba con el mismo respeto a unos que a otros. Pero
bueno, sin salirnos del caso que estamos tratando, os diré que Dios en su primera
creación creó tomando del barro de la Tierra (simios), a los primeros humanos,
y estos eran negros, como negra es la piel de la mayoría de los simios. Y, esto
viene al caso, de que en uno estos mis últimos trabajos, os comenté que el
coronavirus no infectaba a nuestras mascotas, a nuestros perros. Y mira por
donde, en las noticias de esta mañana, escucho que el coronavirus no afecta en
la misma proporción a negros que a blancos. ¿Acaso esto es una casualidad, o
una causalidad? Porque resulta que se está comprobando medicamente que el
coronavirus no se contagia a la mayoría de los negros. Y a los que contagia,
seguro que es porque son mulatos, o llevan gran parte de genética blanca aunque
sean negros. Y vuelvo a insistir que no soy racista, ni tengo nada en contra de
los negros, ni de ninguna otra raza. Mas hablando de razas, os tengo comentado
que Dios a demás de crear varias razas de humanos y de entre estas, también creó
varias especies de humanos para evitar la consanguinidad, para que no se
corrompiesen genéticamente. Pues bien, de estas, algunas de estas especies las
creó Dios, para que convivieran con Adán y con Eva, para precisamente evitar
que empeorasen o se desmejorasen, sus genéticas. Os queda así explicado, que las cosas no son tan complicadas,
embrolladas ni enmarañadas, como las queremos hacer. O, como las queremos
pensar, o como las queremos comprender, o, como las queremos convenientemente
amañar.
Más os tengo que aclarar que, el primer hijo de Eva, NO fue
fruto de Adán, era el producto mestizo de Eva con un negro, y que los negros
fueron los primeros ángeles caídos que Dios creó en la Tierra, aunque luego mas
adelante hubo más de estos ángeles caídos, que Dios envió a este mundo, del
cual se tienen más noticias en las Sagradas Escrituras. Y estos no eran negros.
Así que ya lo sabéis, y que como os tengo dicho, ahora en la modernidad, y el
pasar de tantos y tantos siglos, ahora ya todos estamos cruzados genéticamente.
Por eso Jesucristo hablando y refiriéndose a este tema, decía, que los verdaderos
descendientes de Adán y Eva, no se iban a distinguir por el color de su piel,
ni por otros medios morfológicos, sino por sus frutos, y sus frutos son la obediencia
a Dios. Y sus frutos son sus comportamientos sociales. Y la obediencia a Dios
se manifiesta en que los verdaderos descendientes de Adán y Eva, TRATARÁN,
aunque no lo consigan, de cumplir con las Normas o Leyes, de nuestro Creador. Y
como os lo tengo repetido tantas veces, lo
más importante no es fallar y salir derrotados, en nuestras batallas del bien y
del mal, en nuestros interiores, en nuestros pensamientos, en nuestros deseos,
en nuestras emociones, en nuestros sentimientos, sino, que, lo más importante
es que, en la vida cotidiana no lo manifestemos en nuestros COMPORTAMIENTOS ,
no lo manifestemos en la práctica de nuestras variadas experiencias. Y,
aun así, si salimos derrotados y nos arrepentimos, Dios igualmente nos
perdonará llegado el momento, porque conoce nuestras debilidades. Porque conoce
nuestras impotencias naturales. Y porque para nosotros y la nuestra escasa
evolución en este Planeta, nos resulta extraordinariamente difícil el ser
buenos y perfectos, ante sus leyes. Por lo que, lo que más le vale a la
hora de enjuiciarnos, es que por lo menos seamos sinceros y RECONOZCAMOS, que
hemos fallado, que hemos errado, que al menos lo hemos INTENTADO, y que al
menos nos hemos ARREPENTIDO. Esto es lo más importante para Dios, y por eso
seremos muchos los perdonados y apartados, para proseguir con nuestros intentos
de querer y desear, parecernos cada día, cada hora, más y más, a nuestro
Creador. Amén.
Cristo Maestro Andar.
Por favor mandar a todos los medios de comunicaciones,
colaboradores, políticos, religiosos, etc. Porque Jesucristo ha regresado a la
Tierra. Traducir a otros idiomas. Muchas gracias en nombre de Dios.
He vuelto: ungranmonte.blogspot.com

