A 19 de julio de 2013.
En Internet
encontré esta teóloga reflexión:
“Al
principio así fue, Dios hablaba directamente con Adán, pero el pecado hizo una
separación entre el hombre y Dios”
Y sin embargo yo os digo que:
No es cierto que el pecado
separará a Dios de Adán, sino todo lo contrario. Por eso Dios en génesis dijo:
"Y dijo el SEÑOR Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo
el bien y el mal; ahora, pues, para que no meta su mano, y tome también del
árbol de la vida, y coma, y viva para siempre“
Lo que apreciáis como
separación no fue sino, que Dios se vio libre de cierta responsabilidad, o más
bien de cierto porcentaje de la responsabilidad, al adquirir Adán el libre
albedrío. Pues al adquirir el libre albedrío, Adán se estaba ya
responsabilizando de su propio comportamiento y sus consecuencias en este mundo,
y se estaba también responsabilizando de su propio destino, y directa o
indirectamente también de su futuro. Y sobre todo, de sus consecuencias y
responsabilidad, fruto de sus experiencias y evolución. Y también las
consecuencias y responsabilidad de sus acciones y comportamientos, que sobre su
vida y vivencias, tuviese con respeto a sus semejantes, y sobre las Leyes
Universales que rigen el orden y armonía de todo cuanto existe, fuera y dentro
de nuestro mundo, ya sea visible o sea invisible, ya sea o no sea, perceptible
a nuestros sentidos, etc. Pues ahora su vida era su responsabilidad, y era
responsable de lo bueno o malo que produjera sobre la Tierra. Y, en principio
era responsable del producto de sus experiencias, evolución y vida, pero,
sabiendo y conociendo, al tener conocimiento del bien y del mal, que, existen
unas Leyes, Normas, etc., Universales, delante las cuales tarde o temprano hay
que responder, al igual que en este mundo, cuando se cometen infracciones
sociales, naturales, espirituales (Morales, éticas), etc., tarde o temprano,
tendremos que asistir a un juicio para que se concluya el grado de inocencia o
culpabilidad, pues así mismo, ocurre cuando Adán toma conciencia del bien y del
mal. Y claro está todo esto no atañía tan solo a Adán, sino también a toda su
descendencia, hasta que llegado el momento propicio en el tiempo y el espacio,
que pudiésemos purificar las tendencias que conlleva estar formados de barro, o
sea de nuestros cuerpos animales, puesto que este barro significaba simbólicamente
la vida terrestre. Y purificar el barro o la vida de nuestro cuerpo animal,
significa doblegar nuestras más fuertes emociones, sentimientos, pensamientos y
acciones y comportamientos, derivados de la inmensa influencia de nuestros
cuerpos animales sobre nuestros espíritus, que se ven tapados y ahogados, en
medio de estas grandiosas y groseras mareas de los instintos de nuestros
cuerpos animales que arrasan las conciencias de nuestros seres espirituales
hasta quedar enterrados tan profundamente, que nos olvidamos que en nuestra
alma duerme la Imagen y Semejanza de nuestro Creador.
Cristo Maestro Andar.