LA POLÍTICA, RELIGIÓN, ECONOMÍA, ETC.
Quiroga a 24 de agosto de 2023.
El poder que todo lo absorbe, y con su
regusto lo saborea desde tiempos milenarios. Y, que todo lo viste con sábanas
blancas y negras mantas. Y, que todo lo pinta del color que da más o menos
calor, dependiendo de su estado de humor.
El poder que casi siempre, permanece
detrás de las cortinas de nuestros parpados y no deja ver, lo que él quiere que
veamos. Y, que maquilla nuestro paisaje natural, con pintura moderna o,
anticuada, según sus sentimientos instintivos más simples y menos
evolucionados, como para manejarnos como vulgares títeres, según nuestros
intereses y necesidades. De tal manera, que si dicen que lo negro es blanco,
nosotros los títeres decimos que es blanco. Y, si nos dicen que lo blanco es
negro, nosotros los títeres decimos que es negro, porque si no, no estamos bien
educados y bien acondicionados, a lo que conviene para ser supuestamente
felices. De tal manera estamos condicionalmente vacunados, para no contrariar
las modas intelectuales, religiosas, políticas, científicas, éticas, sociales y
económicas
Que si nos dicen y nos etiquetan, que la
derecha política es egoísta e injusta. Nosotros como buenos títeres pensamos
que sí, así es. Y, que si nos dicen que las izquierdas políticas, son justas,
igualitarias y verdaderas en reconocer todo tipo de disfunciones naturales de
los seres humanos. Y, que Dios no existe. Nosotros como buenos títeres
asentimos y luchamos ciegamente, por esos derechos desviados y desparramados,
de la verdadera naturaleza de la cual estamos conformados y creados.
Sin embargo, la verdadera derecha según
las Sagradas Escrituras, y según el criterio de Dios, con que nos ha creado a
supuestos buenos y supuestos malos, la derecha representa rectitud, honestidad
y verdadera igualdad, entre todos los hombres de este mundo. Y, verdadera
igualdad entre todas las mujeres de este mundo. Y, donde la verdadera justicia
deja de ser una utopía inalcanzable. Para convertirse en el pan nuestro de cada
día.
Y, como buenos y manejables, títeres, nos
dejamos guiar por líderes religiosos, que manipulan la idea del verdadero Dios,
para convertirlo o convertirlos, en dioses según sus intereses y que después se
convierten en nuestros intereses. Intereses muy particulares y caprichosos,
según las modas y los tiempos que nos tocan vivir. Pero que, son los verdaderos
intereses, para los que Dios nos ha creado, a supuestos buenos y supuestos
malos. Con la salvedad, pretexto o excusa, que poderosos y títeres, nos
dignemos a seguir, y, por los cuales hasta llegamos a defender con nuestras
vidas. Sin embargo, Dios no nos engaña, no nos miente, ni nos maneja como a
títeres. Sino que, nos guía y orienta, para conseguir llegar a conquistar la
vida eterna. Porque lo vida eterna significa, que jamás perderemos nuestra
identidad y nuestra conciencia única. Pero nos advierte que si nos comportamos
como vulgares títeres de quienes corrompen nuestra identidad y la desintegran,
en miles de decisiones vulgares, que descienden nuestra conciencia a niveles,
planos y dimensiones, animales más simples. Es ahí, a donde irá a parar nuestra
conciencia desintegrándose en medio de unos instintivos impulsos irracionales,
los cuales nos arrastrarán hasta las profundidades de la inconsciencia de
nosotros mismos, de nuestra identidad única y propia, como individuos provistos
con el conocimiento del bien y del mal. Y, de lo que está bien y de lo que está
mal, para que evolucionemos hacia la utópica felicidad, y, hacia una eterna
personalidad e identidad. Si no es este el caso, no moriremos, porque la muerte
no existe, sino que nos reciclaremos dentro de un rio de caldo vivo e
inconsciente, que serpentea por los siglos, ascendiendo de nuevo hacia una
lento y progresivo, despertar de nuevas conciencias, que volverán a exponerse
al conocimiento del bien y del mal, y, a determinar con su comportamiento su
destino, de convertirse en seres eternos con identidad única y eterna, o volver
a caer en ese rio caldoso de vida inconsciente, para que los ciclos vuelvan a
comenzar, tanto para triunfar, como para volver a naufragar.
Maestro Andar.
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